El estreno de ayer noche tiene poco futuro en los escenarios y le auguramos un vida muy corta. A modo premonitorio del aforo se ocupó tan solo una cuarta parte quedando vacíos los asientos de primera fila con un público muy desperdigado entre la platea, los palcos y el gallinero. Ambiente frio antes del estreno, con una publicidad escasa y mediocre, se levantó el telón con la puntualidad acostumbrada.
La puesta en escena fue clásica, pobre y rancia. Los actores bastante más que mediocres destacando sobremanera una interpretación lamentable del protagonista masculino, falto de cuerpo, nervioso, con mala dicción y saltándose en ocasiones el guión, haciendo que los diálogos recordasen más a Ionesco y su teatro del absurdo que al neorrralismo al que pretenden afiliarse los autores del texto.
Si bien la protagonista femenina no llegó al ridículo de su compañero de escenario y ofreció en algún momento excepcional una interpretación medianamente aceptable, las más de las veces estuvo incómoda y antinatural, con unos diálogos memorizados y vomitados de forma absolutamente estática, rígida en la entonación y aplatanada en su interpretación global. A su favor hay que decir que conforme avanzó la obra fue tomando algo más de confianza y naturalidad, aunque no bastó para salvar su papel, incapaz de improvisar ante el desatino de su compañero de tablas y sin calidad en la transmisión de emociones.
Los actores no pasarán al mundo de la fama y serán rápidamente olvidados por carencias obvias pero hay que decir en su defensa que el guión, el texto, la obra en sí, es de muy mala calidad. Mal escrita, incoherente, con un bajo nivel argumental, diálogos imprecisos, contradictorios, las más de las veces fantasiosos y sin credibilidad, alejan a los autores del neorrealismo del que dicen inspirarse.
Falto de recursos literarios, el texto en general parte de una buena idea pero es incapaz de llevarla a la práctica. Sin referencias al objeto de la obra, Europa, se centra en una constante dinámica del "y tú más" que por previsible y repetitivo hizo que a los 20 minutos del inicio se escuchasen movimientos en las butacas debido al aburrimiento que produce.
Y es que es un fraude anunciar la puesta en escena de una gran obra sobre Europa y sin embargo gire toda la interpretación sobre las miserias de la casta política española con reproches clásicos y manidos que no motivan ni a los más partidarios. La falta de imaginación y el miedo a abordar asuntos que de verdad preocupan como la corrupción y el independentismo, reflejan la doble realidad española, por un lado los partidos y soportes del régimen vigente, alejados de los problemas de la población y girando sus discursos en torno a sus ombligos, autistas que conocen a los gobernados de oídas o por referencias (yo ayer estuve en Asturias y...) pero muy conscientes de sus vergüenzas, de sus corrupciones, de su falta de credibilidad, de sus mentiras, más preocupados por la cuestión estética que por la ética de sus acciones. Miserables que se ven a sí mismos imbatibles por el control que tiene sobre la producción.
¿Imaginan ustedes un debate en absoluta libertad, sin guión previo escrito por los partidos, donde el control lo tuvieran periodistas profesionales y con una participación mayor de partidos políticos?
Lo pudimos ver, fue el de los candidatos europeos. Desde luego más plural, mejor ordenado y mucho más vivo y dinámico, un debate donde se pudieron oir propuestas sobre y para Europa y sobre todo se apreciaron las diferentes ideologías y políticas de sus intervinientes, no como aquí, que se buscan las diferencias en la puesta en escena y en discusiones en voz alta, a gritos en ocasiones, pero sin contenido de fondo.
Y aún siendo lamentable el espectáculo que ayer nos ofrecieron en un debate amañado la sra. Valenciano y el sr. Cañete, peor son las lecturas de los hinchas el día de después, tanto de
unos como de
otros.
¿Qué lección podemos aprender de lo de ayer? Que el PPSOE tiene indudables diferencias, como la cara y la cruz de una moneda (obviamente son distintas): Cañete representa lo más abominable de la derechona española,
machista,
rancia, con
olor a naftalina mientras que Valenciano no es igual que Cañete ya que no tiene barba, es una mujer, es más natural en el escenario y, por supuesto, llevan ropa distinta. ¿Cómo puede alguien pensar que
son lo mismo?
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También hay otras críticas que alaban la interpretación: