Quiero que sirvan estas líneas como un pequeño pero sincero homenaje a la gran carga de humanidad y valentía que ha demostrado este hombre que ha sufrido como nadie, no sólo la barbarie humana sobre el cuerpo de su hija Mari Luz, sino la indiferencia de un sistema judicial corporativo que le ha dejado huérfano de proyección legal efectiva y de una justicia justa.
Y tiene mérito por muchos motivos. En primer lugar por el dolor que provoca el salvaje asesinato de una niña en manos de un depravado para posteriormente enterarse que se podría haber evitado en el caso de que la justicia hubiese sido eficaz.
Pero a mí lo que más me ha llamado la atención es que Juan José Cortés, que ha dado un ejemplo de dignidad a toda España, es gitano.
Y me ha llamado la atención porque creo que se ha dicho poco. Cada vez que leemos una noticia, hoy mismo, en la que en la sección de sucesos aparece un gitano, o un extranjero, inmediatamente se indica que lo es, dejando a los blanquitos espacio sólo para las iniciales. El ejemplo lo tenemos en que el asesino, españolito él aunque no se dice, se llama Raúl P.L. y la víctima, por ser búlgara merece que Heraldo de Aragón diga que es búlgaro y su nombre completo: Nicolay Yankov. Pues bien, en el caso de un gitano que ha dado, no me canso de decirlo, una lección de dignidad y de saber estar al resto de españoles, los medios no lo reflejan con la misma intensidad.
El esfuerzo que se pide a las minorías es muy grande. Tienen que integrarse (es decir, renunciar a sus costumbres y adoptar las nuestras) para continuar siempre con el estigma de ser minoría.
Reconocimiento eterno a Juan José Cortés y a su familia. Poco más puedo hacer por ellos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario