Hamás es un grupo terrorista. Así lo tienen considerado la Unión Europea, Estados Unidos, Japón, Israel, Canadá y Australia. Eso sí, es un extraño grupo terrorista que se vió forzado a presentarse a una elecciones que forzaron las democracias occidentales en el año 2006 bajo el nombre de Cambio y Reforma.
El despiste de occidente es tan grande que cree que la democracia es eso de votar, lo de los parlamentos y toda esa mandanga, pero siempre que ganen los nuestros así que cuando a una sociedad que no está estructurada en clases se le impone una superestructura (emplearé en este caso una terminología marxista que viene muy al caso) que no se corresponde con su estructura social el resultado es un churro. Es decir, que Hamás obtuvo una mayoría absoluta en dichas elecciones borrando del escenario político a Al Fatat (el partido de Arafat) que de pronto pasó de ser el terrorista número uno y principal antagonista de Israel y del mundo libre a convertirse en los moderados y los aliados estratégicos de las democracias occidentales.
Resultado de las elecciones: El mundo libre no reconoce al gobierno saliente de las urnas y lo declara terrorista. Bueno, hasta aquí nada nuevo. Todo dentro de la lógica. No han ganado los nuestros, han ganado los malos, pues se estigmatizan y en paz. Hamás es un grupo terrorista y se bloquea cualquier tipo de relación con ellos, comercial, económica, política, etc. Y además se aplica con ellos el mismo tipo de medicina que con cualquier otro grupo terrorista: ni agua. No hay trato. No nos sentamos en la misma mesa.
Ahora bien, llega Israel y tras unos años de miserable bloqueo a la población civil, de convertir Gaza en el mayor campo de concentración del mundo, decide que los cohetes Kassam, algo parecido a una lata de sardinas rellenas de pólvora y con una mecha, son una agresión insoportable a su territorio y decide una guerra de castigo ante el mutismo internacional (alguna excepción, al menos en declaraciones entre las que tenemos que valorar a ZP)
La comunidad internacional se mueve. Egipto, con Francia, lanzan un plan de paz. Israel dice que está dispuesto ha negociar sobre ese plan de paz. Pero la paz ¿con quién? ¿Con un grupo terrorista?. Sí, sí, con un grupo terrorista. Guardaremos las formas pero hay que negociar con el grupo antagonista, en este caso con un grupo terrorista.
Y ¿qué es el terrorismo? Según la Real Academia de la Lengua:
"Terrorismo1. m. Dominación por el terror.2. m. Sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir terror.3. m. Actuación criminal de bandas organizadas, que, reiteradamente y por lo común de modo indiscriminado, pretende crear alarma social con fines políticos."
Dejemos aparte que la actuación de Israel entra de lleno en esta calificación. Efectivamente, Hamás tiene métodos terroristas. Es por lo tanto un grupo terrista. La pregunta es ¿hay que sentarse a la mesa con los terroristas para negociar la paz? ¿Qué paz? ¿Los cohetes Kassam o la actual agresión israelí?
Mientras tanto olvidamos que Palestina es un territorio ocupado ilegalmente por un país extranjero, así lo reconoce la ONU, y que la ONU reconoce el derecho de los pueblos a la resistencia armada de un pueblo cuando su patria está invadida por un ejército de ocupación. Olvidamos que continúan los asentamientos ilegales de colonos judíos, que se está haciendo un muro de segregación racial condenando a la miseria a millones de personas y que todo eso, y mucho más, ocurre desde 1967.
Pues sí, efectivamente habrá que negociar con los terroristas, diga lo que diga la AVT, el Foro de Ermua o Manos Blancas.
Posdata. Me entero de una brillanta iniciativa en Mozón. El concejal de Izquierda Unida, Miguel Aso, conjuntamente con dos expolíticos que militaron en su momento uno en el PSOE y fue Alcalde de Mozón, Carlos Allué y el otro en CHA, Chorche Paniello han desmostrado que desde su iniciativa particular se pueden mostrar actos de rechazo a lo que está pasando en Palestina, convocando una concentración a título particular. Un saludo a los promotores.
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