Hoy hace 70 del fin de la Guerra Civil. Los medios de comunicación se han encarcado de recordárnoslo con el último parte de guerra, aquello de "cautivo y desarmado el Ejército Rojo..."
La verdad es que da miedo. Pero de aquellos ecos y de las imágenes de esa época, traídas hoy, a nuestra España en crisis, no deja de ser curioso qué ha sobrevivido de todo eso (me refiero a los símbolos)
Efectivamente hace 70 comenzó una dictadura asfixiante y monolítica que parecía eterna. A sangre y fuego se impuso una única visión bajo amenaza de cárcel o fusilamiento a quien mostrase opinión contraria. Sin embargo hoy, en la calle, ya no quedan símbolos vivos de los vencedores de la guerra. Ya no se ve al águila imperial, ni el yugo y las flechas, ya no hay camisas azules, ni banderas de falange ondeando al viento. Tampoco quedan boinas rojas ni siquiera en Navarra. Los vencedores se han disuelto en la historia como un azucarillo en un vaso de agua. Hoy no hay homenajes a los vencedores de la contienda, ni de los que quedan vivos ni de los herederos, ni tan siquiera de sus descendientes... y es que nadie sale a la calle a reclamar como suyos a los vencedores de la guerra por un motivo: eran fascistas.
¿No quedan nostalgicos? Sí, claro, vergonzosos, pero quedan. Son esos que ponen el grito en el cielo cuando los perdedores del conflicto sacan a pasear sus símbolos, cuando celebran homenajes a los luchadores de entonces, cuando se hacen reconocimientos a las Brigadas Internacionales. Esos nostálgicos que ahora se enfadan y piden olvidar, hacen el discurso de la equidistancia, todos mataron, todos fueron malos... Y todo porque no sienten orgullo de sus raices.
Los perdedores continúan con orgullo sacando a pasear, cada vez que pueden, la bandera tricolor, la roja del socialismo, la roja y negra anarquista, incluso, alguna vez, se ve alguna hoz y algún martillo.
Los perdedores tienen vivas sus instituciones UGT, PSOE, PCE, (no son las mismas, claro, pero allí están, orgullosas de su pasado)
Y es que la derecha en España tiene un problema: tiene que ser huérfana. Tiene que renunciar a su pasado y comenzar a construir de cero. Y eso cuesta.
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