Se puede engañar a todos poco tiempo, se puede engañar a algunos todo el tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo.

Abraham Lincoln

lunes, 21 de junio de 2010

Saramago y Colombia

Ha muerto Saramago. Los voceros del régimen no se cansan en cantar loas y alabanzas a un hombre de singular militancia política sobre que la pasan de puntillas.

Saramago ha recibido primeras páginas el fin de semana en los principales medios de comunicación españoles. Entre muchos calificativos destaca el de su pesimismo vital.

Resulta curioso tildar de pesimista a ese realista bien informado. Sobre todo cuando podemos leer una de sus novelas, Ensayo sobre la lucidez, y compararla con las últimas elecciones colombianas.

Para quien no ha leído la novela de Saramago detallo su argumento: En una importante ciudad de un no lejano país, el día de las elecciones, sin motivo aparente, la población decide no ir a votar. El poder, desconcertado ante la falta de civismo y cultura democrática de la ciudadanía, decide dar una segunda oportunidad y repite las votaciones, esta vez con el apoyo directo de la totalidad de medios de comunicación. El resultado es aplastante: el índice de abstención es todavía mayor.

Saramago, en esta novela, es bondadoso con el poder ya que le dota de conciencia y se preocupa por la situación (mueve todos sus resortes para evitar el desastre) Es decir, que Saramago cree en que el poder sabe lo que está bien y lo que está mal.

Sin embargo la realidad es más perversa. Este fin de semana ha habido votaciones en Colombia y todos sabemos que el ganador ha sacado más de cuarenta puntos de diferencia con el perdedor. Lo que pocos medios destacan es la abstención que ha rondado el 58%. Obviamente no son las cifras que propone Saramago en su novela, más de un 80% pero el dato es alarmante.

Con esas cifras absentistas se vienen desarrollando últimamente las elecciones europeas, el referéndum estatutario catalán y otras muchas elecciones en nuestras democracias occidentales, cifras a las que el poder no da la menor importancia. Se ratifican como válidos los resultados electorales, se asume que el poder tiene el refrendo popular y se santifica a los elegidos.

Saramago no era un pesimista, estaba mal informado. El poder es peor, mucho peor que en sus peores pesadillas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ya me extrañaba a mí que no se hiciera eco de la muerte de uno de los suyos. Grandes escritores mueren de vez en cuando, pero cuando es de los suyos, hay que hacerse eco. Se ve que le pilló a usted el viernes por la tarde, con el ayuntamiento cerrado, y no podía ya abrir el ordenador.

En el futuro, en los países ricos, las elecciones van a contar cada vez menos. Cuanto mayor nivel de vida, menos elecciones. El ejemplo a seguir es China, ese país comunista, donde la mayoría de la población no echa de menos tener elecciones mientras el nivel de vida siga subiendo (o la España de los años sesenta, que probablemente usted vivió).

Espartaco dijo...

Desgraciadamente veo que coincidimos en el futuro que nos aguarda pero me da la sensación que para usted eso es positivo y para mí es negativo.