Se puede engañar a todos poco tiempo, se puede engañar a algunos todo el tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo.

Abraham Lincoln

viernes, 21 de enero de 2011

Democracia en suspenso

Viernes, viernes, tan esperado, tan añorado...

Y como el fin de semana es tan largo y aburrido, otras veces dejamos algún video para pasar el rato pero esta vez hemos pensado que es mejor copiar y pegar un largo (para lo que es internet) artículo de Público que permite que podamos reflexionar sobre nosotros, nuestro entorno, nuestra vida, nuestras creencias y lo que nos cuentan.

Quizá lo que más me gusta es ese concepto de democracia tan moderno y actual como el proceso del Tratado de la Unión Europea.  Sí, me gusta porque ese modelo tan democrático y avalado por todos los partidos (y sindicatos), ese paradigma de la DEMOCRACIA, así, con mayúsculas, me lleva a decir que si eso es la democracia Espartano no es demócrata.

Prometo leer el libro, de hecho esta misma tarde lo encargo en mi librería habitual.  A disfrutar.



Filósofos para una nueva democracia
Ocho pensadores occidentales reflexionan sobre el arrinconamiento de la soberanía popular en los regímenes parlamentarios actuales
¿Tiene algún sentido hoy en día considerarse demócrata? La editorial francesa La Fabrique decidió plantear esa pregunta a ocho filósofos europeos y norteamericanos, dando por supuesto que la democracia era una de esas palabras (una realidad, por tanto) que goza hoy de un amplio consenso, al menos en Occidente. El resultado es un libro, recién traducido al español bajo el título Democracia en suspenso (Casus Belli), que desmiente radicalmente ese presupuesto: no sólo prueba que no está claro qué es eso que llamamos "democracia", sino que sus mejores páginas aclaran también que ese desacuerdo, precisamente, es lo más democrático que hay. "No creo que exista consenso alguno, salvo el que pasa por dividir la noción misma", responde el francés Jacques Rancière.
El mismo Rancière ya publicó hace cinco años un libro, El odio a la democracia (Amorrortu), para señalar que buena parte del discurso dominante, al contrario de lo que ocurría antes de la caída del muro de Berlín, "donde había claramente democracia por un lado y totalitarismo por el otro", desconfía ahora de la misma democracia de la que se reclama. Para muchos intelectuales, "en todo el arco político, desde la derecha hasta la extrema izquierda", insiste Rancière ahora, la democracia es sólo "el reino del individuo formateado como consumidor".
Una palabra y dos cosas
Democracia en suspenso sirve para enfocar (¡para sospechar!) mejor algunos debates actuales: de la Constitución Europea a las relaciones entre las democracias occidentales y el capitalismo chino. Pero además recuerda que esa costumbre de desacreditar a una de las partes del conflicto acusándola de populista, cuando no directamente de delincuente, y de no atender a la razón y a la ley, sino a la ilimitada satisfacción de sus deseos (¿os suena, internautas?), es un reproche tan viejo como la democracia misma. Tan viejo como Platón, al menos, que el también francés Alain Badiou repite aquí: "El sujeto democrático se constituye únicamente en relación con el goce", escribe. ¿Por qué, sin embargo, esos reproches se hacen a su vez en nombre de la democracia?
"Quienes hoy debaten acerca de la democracia designan cosas distintas con esa palabra", apunta el filósofo italiano Giorgio Agamben, en un breve texto que sirve de introducción al volumen. Democracia, desde su origen ateniense, designa tanto "una técnica de gobierno" como "una forma de constitución del Estado", de ahí que cada vez que se plantea un debate de fondo el malentendido parezca inevitable. Porque cada vez más el Estado, y sus portavoces gubernamentales, sólo aceptan la discusión respecto del funcionamiento y ejercicio del poder, no de su constitución. La soberanía popular, que en sus orígenes atenienses se presentaba directa y permanentemente, se representa ahora través de las urnas, cada cuatro años.
Constitución sin pueblo
Uno de los ejemplos de ese malentendido que mejor abordan algunos de los autores es el del Tratado de Lisboa de 2007, que sirvió para reformular la Constitución Europea rechazada por franceses y holandeses dos años antes. El nuevo Tratado cambió para seguir siendo lo mismo, pero luego ya sólo fue sometido a referéndum en Irlanda. "Los instrumentos son exactamente los mismos. El orden es la única variación introducida en esa caja de herramientas", declaró por entonces uno de sus artífices, el ex presidente francés Valéry Giscard d'Estaing.
Aún así, el referéndum tuvo que repetirse, porque los irlandeses tuvieron la ocurrencia (¡tan poco democrática!) de rechazarlo. "Los irlandeses se lo deben todo a Europa, y no son conscientes de ello", advirtió por entonces Daniel Cohn-Bendit, verde y europeísta. Los irlandeses, que ahora deben a Europa, además de "todo", un préstamo bancario de 80.000 millones de euros, lo entendieron a la segunda. Y ganó el sí.
La Constitución europea no volvió a someterse a referéndum. "Existe, por tanto, una gran desconfianza que afecta incluso a esa misma votación, pese a que ella forme parte de la definición oficial de la democracia", explica Rancière, que es el único que no responde a la pregunta de La Fabrique por escrito, sino entrevistado personalmente por el editor y escritor Eric Hazan. Y añade: "Hemos asistido asimismo al resurgir de los viejos discursos, hemos visto cómo Cohn-Bendit, en primera línea, decía que fue la democracia quien aupó a Hitler, etc...".
Aún así, Kristin Ross, una de las dos filósofas estadounidenses reunidas, extrae conclusiones positivas del proceso: "Si los votantes deciden tomarse en serio un rito anticuado en una época en que ya nadie lo hace, como Giscard se encargó de dejar claro, incluso la propia concurrencia a las urnas puede convertirse, como en este caso, en un ejemplo de ‘democracia fugitiva': la que expresa las potencialidades políticas de la gente corriente", escribe. Wendy Brown, la otra americana, subraya más bien que la elección entre un partido u otro ha acabado siendo lo mismo que comprar una marca o la de la competencia.
Para Agamben, el que ya nadie repare en ese doble sentido de la democracia, deriva en el "dominio aplastante del gobierno y de la economía sobre una soberanía popular progresivamente vaciada de sentido", al que asistimos hoy. Daniel Bensaïd, fallecido ahora hace un año en París, identifica el descarrilamiento de esa confusión con los años que siguieron a la caída del muro de Berlín. "Un ataque en toda regla lanzado contra las solidaridades y los derechos sociales, unido a una ofensiva de privatización del mundo sin precedentes, redujeron como una piel de zapa el espacio público", explica. Lo cual confirmaba el temor que ya Hannah Arendt, según Bensaïd, se había adelantado a expresar: "Que la política misma, en tanto que pluralismo conflictivo, quedara completamente borrada de la faz de la tierra en beneficio de una prosaica gestión de las cosas y los seres".
Capitalismo chino
El vínculo entre democracia y capitalismo es otro de los vectores que articulan estas reflexiones, y que a su manera interrogan también esa dualidad entre la administración de las cosas (la economía) y la discusión común (la política). Slavoj Žižek se pregunta si el ejemplo chino no desmiente la idea liberal de que el desarrollo capitalista provoca necesariamente el despegue democrático. Y lanza la hipótesis, parafraseando a Trosky, de que quizá lo que estemos viendo es que "la viciosa combinación del látigo asiático con el mercado bursátil" se está mostrando más eficaz que nuestro capitalismo liberal.
"¿Qué sucedería si dicha combinación viniera a señalar que la democracia, según la entendemos los occidentales, ha dejado ya de ser la condición y el motivo de desarrollo económico para convertirse en su obstáculo?", se cuestiona el filósofo esloveno. "¿Cómo negocias duro con tu banquero?", se preguntaba la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, en un cable de Wikileaks, hablando de las relaciones de su país con la dictadura China.
Žižek y Badiou son quienes mejor representan, de entre los autores reunidos por Hazan, esa desconfianza de cierta izquierda hacia la democracia. De hecho, ambos defienden que la única verdadera democracia, concebida como la facultad de los pueblos de gobernarse a sí mismos, sería el (verdadero) comunismo. Y comparten además una descripción del porqué las masas siguen sin decidirse a dar el paso al frente: porque no lo saben.
"El hombre democrático no vive sino en el presente, no admite más ley que la del deseo que le pasa por la cabeza", escribe Badiou, parafraseando a Platón. "Se precisa un líder para desencadenar el entusiasmo por una causa", afirma Žižek. En medio de ambos, Rancière ironiza respecto de este tipo de planteamientos, aunque al paso del ejemplo italiano: "Fíjese en la cantidad de estrategas políticos que hay en Italia, ¿y qué? Quien está gobernando es Berlusconi".
Minúsculas de la historia
Rancière tiene otra visión de en qué consiste el movimiento obrero y sus conquistas, a partir de su buceo en los archivos del siglo XIX: "Nunca he dejado de luchar contra la idea de necesidad histórica. [...] Lo que llamamos historia es algo tramado por unas personas que construyen una temporalidad a partir de su propia vida, de su propia experiencia", dice. La historia, con mayúsculas, no hace ni dice nada.
De ahí también que la palabra "democracia" signifique cosas distintas en función de su contexto: "Para el intelectual medio francés, significa el reino del cliente de supermercado hundido en su sillón", denuncia Rancière, pero en Corea del Sur, donde hace 20 años existía una dictadura, la democracia "se traduce en una serie de formas espectaculares de ocupación de la calle por la gente", recuerda.
"El poder del demos no es el poder de la población ni el de su mayoría, es más bien el poder de cualquiera", sostiene Kristin Ross. Y ese es el sentido más iluminador que rescatan aquí Nancy o Rancière: "La democracia, entendida como el poder del pueblo, como el poder de aquellos que no tienen ninguna cualificación particular para ejercerlo, es la base misma sobre la que se asienta la política".

Un invento griego que sigue dando mucho que hablar
El malentendido
¿De qué hablamos cuando hablamos de democracia? Una examen mínimamente atento de esta pregunta muestra que quienes debaten hoy acerca de la democracia designan cosas distintas con esa palabra: o bien designan una forma de constitución del Estado, o bien una técnica de gobierno. Por tanto, el término designa tanto la forma de legitimación del poder como las modalidades de su ejercicio". Giorgio Agamben. 
¿Odiosa palabra?
"No alcanzaremos verdad alguna en el mundo en que vivimos si no dejamos a un lado la palabra ‘democracia', asumiendo el riesgo de no ser demócratas y exponiéndonos en consecuencia al peligro de ser mal vistos por ‘todo el mundo'". Alain Badiou
Concepto vacío
"Puede que la actual popularidad de la democracia no sea sino el resultado de la indeterminación, incluso la vacuidad, de su sentido y su práctica: como Barack Obama, es un significante vacío en el que cada uno de nosotros podemos dar cabida a nuestros sueños y esperanzas. O quizá el capitalismo, mellizo de la democracia moderna y siendo de ambos el más robusto y astuto, ha conseguido finalmente reducir la democracia a una mera ‘marca', última versión del fetichismo de la mercancía que separa la imagen del producto de su contenido". Wendy Brown
El escándalo
"¿En qué sentido cabe decir que la democracia pueda resultar escandalosa? Precisamente en el sentido de que, para sobrevivir, debe llegar cada vez más lejos, transgredir permanentemente sus formas instituidas, zarandear el horizonte de lo universal, someter la igualdad a la prueba de la libertad". Alain Bensaïd
Ciudadanos
"La democracia promueve y promete la libertad de la totalidad del ser humano en la igualdad de todos los seres humanos. En este sentido, la democracia moderna implica al hombre, de forma absoluta, ontológica, y no sólo al ‘ciudadano'". Jean-Luc Nancy
Igualdad
La democracia posee una función crítica: es una cuña de igualdad que encaja doblemente, objetiva y subjetivamente, en el cuerpo de la dominación". Jacques rancière
Demos
"El poder del ‘demos' no es el poder de la población ni el de su mayoría, es más bien el poder de cualquiera. Todo el mundo tiene el mismo derecho a gobernar que a ser gobernado". Kristin Ross
¿Estado de emergencia?
"La democracia queda subvertida como consecuencia del triunfo de su forma parlamentaria, ya que esta no sólo implica una reducción de la amplia mayoría a una condición pasiva, sino también al aumento de los privilegios del poder ejecutivo como consecuencia de la imperante lógica del estado de emergencia". Slavoj Zizek

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Vaya rollazo.
Los intelectuales discuten sobre qué es la democracia y si estamos en una democracia o no. Pues muy bien, los intelectuales hacen su trabajo que es hacernos pensar (por supuesto no les vamos a pagar por ello, si quieren ganar dinero que pongan ladrillos o tuberías)

Yo recuerdo en mi lejana juventud otros intelectuales divagando sobre el concepto de democracia y el de dictadura y justificando que no vivíamos entonces en una dictadura sino en una "democracia orgánica", y que otras democracias que se reclamaban como tales no lo eran. Pues muy bien también, intelectuales haciéndonos pensar (y nos hacían pensar que esos intelectuales eran lo que eran, pero nos hacían pensar)

Pero ¡leche! dejo de pensar un ratito en conceptos tan complejos como el de "democracia" y con tantos matices, y me doy cuenta de que en aquel país había libros prohibidos, palabras prohibidas, manifestaciones prohibidas, represión, palos, cárcel...

Sin pensar demasiado ni leer mucho, me acabo de dar cuénta de cuáles son los matices importantes que definen la democracia.

los intelectuales cumplen su misión (sin cobrar, en sus ratos libres, cuando les dejan sus otras obligaciones) pero no pueden evitar vivir en sus torres de marfil de teorías, ideas y conceptos. No dejemos de tener al menos un pie en la calle.

Espartaco dijo...

Fíjese usted que tiene razón en lo que dice. Pensar es un rollazo. Es mejor creernos todo lo que nos cuentan a pies juntillas porque además de ser un rollazo, como dice usted, el pensamiento es peligroso.

Pero aún es más, le voy a continuar dando la razón, en las autodenominadas "democracias populares" sólo podían beber Pepsicola. Afortunadamente se derribó el Muro y ahora pueden elegir entre aquella y la Cocacola.

Algo hemos ganado.

Anónimo dijo...

Pensar es inevitable. Piensa la gente en las democracias, y piensa la gente en las dictaduras.

Sucede que en las democracias, incluso las muy imperfectas como parece ser ésta en la que vivimos, la gente tiene muchos más elementos de información. Y por ello no piensan más, pero tienen más elementos para que su pensamiento sea más... ¿complejo? ¿profundo? ¿incluso más productivo, más acertado?

También en las democracias tenemos gente aficionada al pensamiento simple, en blanco y negro. Al pensamiento pobre. Al que no sabe reconocer que hay millones de matices y que la realidad siempre es compleja.

Esa gente pretende reducir todo a categorías simples. Democracia? Respuesta: no, no vivimos en una democracia. Vvimos en una dictadura camuflada. Pues vale, oiga.

Y además estamos todos engañados. Todos menos usted y cuatro listos. Pues venga.

Espartaco dijo...

Buena conclusión la que usted saca de "esta gente" que reduce todo a blanco o negro.

Pues sí, estos intelectuales son esos que reducen las cosas a categorías simples afortunadamente están los otros, los que no son intelectuales, los que no leen a los intelectuales, los que no escriben, no reflexionan y se informan a través de los medios de comunicación de masas, esos sí que ven los matices.

Anónimo dijo...

¿informarse en "Público" no es informarse a través de un medio de comunicación de masas? por favor

Espartaco dijo...

Tiene usted razón, debería haber dicho "exclusivamente" y es más, haber puntualizado sobre cuales, fundamentalmente TV aunque no en exclusiva.