Se puede engañar a todos poco tiempo, se puede engañar a algunos todo el tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo.

Abraham Lincoln

miércoles, 4 de abril de 2012

No hay alternativa

Está claro: no hay otro camino posible.  Los presupuestos de la nación, los presupuestos de una España intervenida de facto son el reflejo claro y evidente de lo que tiene que venir.  No hay otro remedio, son los únicos presupuestos posibles.  ¿Acaso, preguntan, el PSOE hubiera presentado otros números distintos?

En eso hay que reconocer que tienen razón, el PSOE en ningún caso hubiera ofrecido unas cifras muy distintas de las del PP.  También es cierto que si el PP hubiera estado en la oposición hubiera dicho cosas muy parecidas a las que ahora vocea Rubalcaba.

Entonces ¿es verdad?  ¿no hay alternativa?

Desgraciadamente tenemos que responder que así es, efectivamente, no hay alternativa.  No la hay dentro del actual sistema, fuera de él caben otros mundos.

La fase capitalista que vivimos tiene una lógica en sí misma.  No es el fin del capitalismo pero sí que lo es del estado del bienestar tal y como lo conocíamos hasta ahora.  La búsqueda del máximo beneficio sin ningún tipo de cortapisas unido a un modelo absolutamente depredador del planeta conduce al inicio de un cambio de paradigma histórico.  Para salvar el capitalismo (sistema de libre mercado lo llaman ahora, incluso lo identifican con democracia) es necesario realizar algunos sacrificios y esos sacrificios son humanos.  Las cargas sociales son muy pesadas y hay que deshacerse de ellas.

En la lógica del sistema, con sus dogmas y credos, no hay más alternativa que la propuesta.  La elección es sencilla, o asumimos que dentro del sistema el futuro para la mayor parte de la población cobrará cada vez más tintes oscuros o intentamos entre todos crear uno nuevo basado en 4 pilares básicos: respetuoso con el medio ambiente, la locura consumista y productivista debe parar inmediatamente así como el modelo energético y de transporte; cambio de valores sociales basados en otra forma de felicidad relacionada con el tiempo libre, la cultura y nuestro entorno personal, más solidaria frente al actual modelo individualista y materialista; realmente democrático, no una mera fachada formal reducida a votaciones cada cuatro años; de absoluto respeto a la libertad individual de las personas (que no de las empresas)

Por allí deben ir las alternativas, por la construcción de lo nuevo frente a lo viejo.  La izquierda del siglo XX ha fracasado y ahora la van a barrer.  Hay que crear la izquierda del siglo XXI o el triunfo del capitalismo será absoluto.

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