Se puede engañar a todos poco tiempo, se puede engañar a algunos todo el tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo.

Abraham Lincoln

martes, 26 de junio de 2012

Subir el IVA

Es un reconocimiento claro del déficit fiscal que tiene España.  Como en cualquier economía doméstica, los ingresos y los gastos deben estar ajustados.  Cuando se tiene que realizar una inversión de cierto calado se recurre al crédito, crédito que se irá devolviendo poco a poco ajustando el gasto de acuerdo con los ingresos corrientes.

Sin embargo la moderna economía tomó dos grandes decisiones en pos del crecimiento sin límites: rebajar los ingresos corrientes (los impuestos) y recurrir al crédito (los mercados) para soportar el gasto corriente.  El problema de Grecia, de España o de otros países es que sin el crédito (el dinero pedido a los mercados) no se puede abordar el gasto corriente: los salarios de los médicos, de los maestros, de los bomberos, el mantenimiento de las carreteras, las pensiones, el gasto sanitario...

Sin recurrir a las subastas periódicas los recursos del país apenas alcanzan para unos meses.  Esta es la gran desgracia de la economía moderna y es lo que se conoce como déficit fiscal.

España, como el resto de los países occidentales, decidió desde los tiempos de Solchaga y sin interrupciones, comenzar una reforma fiscal que consistía en reducir los impuestos directos, gravar los indirectos y recurrir al crédito de forma más habitual.  Ello naturalmente, bajo el paraguas ideológico de la desregulación.  La teoría consistía en que el dinero que gestionaba el Estado (un pésimo gestor) estaba mejor en las manos privadas y que el dinero que no se cobraba de impuestos se reinvertiría en el sector productivo generando riqueza para la nación.

La realidad fue que ese dinero no se usó para lo previsto sino que fue usado en políticas netamente especulativas buscando el beneficio a corto plazo (origen de las burbujas) o buscando una seguridad que ofrecía el mismo Estado (a financiando las deudas estatales).  Y la bola comenzó a crecer, y a crecer.  Menos dinero de impuestos, más dinero prestado.  Ante el déficit público la salida (nuevamente bajo el dogma de que lo público es ineficaz) fue la privatización de servicios (jardineros, recogidas de basuras, sanidad, pensiones privadas...) con un empeoramiento de las condiciones laborales y una bajada generalizada de salarios.

El menor poder adquisitivo de los trabajadores obligó a recurrir al crédito para poder alcanzar el Paraíso capitalista del consumo, paraíso que llegaba como única posibilidad de sociedad y que era posible alcanzar por parte de todo el mundo: ya no había clases sociales.

Pero lo cierto es que la población tuvo una caída de su poder adquisitivo, el Estado también mientras que los grandes, los ricos (desde grandes fortunas personales a y sobre todo, las empresas y las multinacionales) veían como los impuestos que pagaban se reducían cada vez más y más.  ¿Recuerdan a ZP diciendo que bajar impuestos era progresista?  No hace tanto de eso.  Por no hablar de Mariano y sus promesas de bajar impuestos.

Cuando ha llegado la conclusión, el final del camino, nos encontramos con un Estado endeudado, con una población endeudada y sin ingresos.  Y ahora, para remediar el problema deciden abordar el déficit fiscal.  ¿Cómo?  Por supuesto siempre dentro del dogma.  A los ricos ni mentarlos, a los impuestos de Endesa, de Repsol, del Santander, del BBVA, de Iberdrola, de Cepsa, de las SICAV... esos no se deben tocar.  Esos pagan menos impuestos que cualquier trabajador.  Lo que toca es subir el IVA, un impuesto indirecto que pagamos todos todos por igual, usted y el señor Botín.

¿Para cuando una reforma fiscal en condiciones?  Ah, sí, para cuando tengamos un gobierno de izquierdas.  Después de tantos años de democracia ya va siendo hora..

1 comentario:

Anónimo dijo...

Se recaudaría mucho más dinero subiendo los impuestos a las grandes fortunas, multinacionales... ¿pero para qué hacer eso si podemos joder a los de la base de la pirámide?