Se puede engañar a todos poco tiempo, se puede engañar a algunos todo el tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo.

Abraham Lincoln

martes, 26 de febrero de 2013

La derrota de los demócratas

A estos demócratas europeos de pro les ha pasado lo que a aquél, que fue por lana y salió trasquilado.  Nuestros demócratas europeos han perdido unas elecciones en Italia.  Su fulgurante estrella, un tal Mario Monti, ha obtenido tan sólo un 10% de los votos emitidos.

Y es que para mantener viva la democracia italiana (y por lo tanto europea) deberían haber seguido el mismo camino que en el resto de instituciones europeas, no someterse al sufragio popular.  ¿A quién se le ocurre hacer unas elecciones?  Luego pasa lo que pasa, si se deja hablar al pueblo puede ocurrir, no siempre, hay que decirlo, que no ganen "los nuestros".

No se preocupen, el poder tiene otros recorridos para poder mantener sus políticas y para eso está ese invento de la Sinistra Unida italiana que hará las labores de palanganero oficial que con otro rictus más amable pero igual de duro e intransigente, continuará con las políticas de austeridad y recorte.  Para eso tenemos en Europa a la socialdemocracia, un firme bastión que desde hace años hace el juego al gran capital cubriéndose con piel de cordero.  Y oigan, si hasta la fecha ha funcionado, ¿por qué va a dejar de hacerlo ahora?

Y si todo eso no funciona, la democracia tiene más herramientas: se vuelve a votar hasta que ganan los nuestros, como en los referéndums holandés o irlandés ante el tratado de la UE.  Y si eso no vale siempre se puede amenazar desde el poder directo, no desde los capataces, desde los mercados.

En definitiva, en democracia cabe todo menos que ganen los otros.  Y la derrota italiana no se puede (debe) tolerar.

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