Se puede engañar a todos poco tiempo, se puede engañar a algunos todo el tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo.

Abraham Lincoln

lunes, 30 de septiembre de 2013

El Coso está triste

El Coso está triste.  ¿Qué tendrá el Coso?
Los suspiros se escapan por sus comercios de fresa

Sí, es el nuevo comentario más escuchado durante el fin de semana.   Menuda tristeza ver el Coso.  Sólo se ven peatones, ya no hay coches.  Claro que no quieren decir eso, el mensaje subliminal es que ya no hay gente pero eso es falso.  Por el Coso pasaban muchos, pero que muchos coches y eso daba la apariencia de mucha vida, pero los coches pasaban, tan sólo eso.  ¿Acaso alguno de los presentes consiguió en algún momento de su vida aparcar en el Coso?  Tan sólo en doble fila y sujeto a las posibles multas de los guardias en escasos tramos del mismo.  (Vale, uno de ustedes lo consiguió una vez el pasado año, ¿o quizá hace dos? La memoria flaquea.)

Sin embargo los peatones que antes circulaban por las aceras continúan circulando por las aceras.  ¿Más?  No lo sabemos, pero menos seguro que no, no tienen motivo para ello.  Si antes iban andando ahora, a buen seguro, también irán andando.  Seguramente habrá alguno más, pero no lo podemos asegurar así que nos quedamos en que pasean los mismos.

Sin embargo ahora el Coso está triste.  Y claro, los comercios venden menos porque ya no pasan coches de los Olivos o del Perpetuo Socorro a comprar al Eroski por el Coso, ahora pasan por otro lado.

El Coso está triste porque ya no se oyen el ruido de los motores, no respiramos el humo de sus tubos de escape, el sonido, el ambiente es otro, es distinto.  De tristeza dicen los entendidos en la materia.

Quien realmente tiene motivos para la tristeza es la gasolinera del final del Coso, esa sí tiene motivos.  Es el único comercio al que se podía ir a comprar en coche de todo el Coso.

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