Se puede engañar a todos poco tiempo, se puede engañar a algunos todo el tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo.

Abraham Lincoln

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Basura

Hay mucha, en efecto.  Está la del ministro Wert (según ha dicho el portavoz de la Comisión Europea) y también está la de la ciudad de Madrid.  Es ésta última la que merece nuestra atención.

La huelga de los trabajadores del servicio de limpieza y jardines de la empresas contratadas por parte del Ayuntamiento de Madrid puede marcar un hito.  Para bien o para mal.  Y es que la huelga ha cobrado dimensiones nacionales (por aquello de la capitalidad) y se puede convertir en un ejemplo de la resolución de los conflictos laborales.  En las horas más bajas del sindicalismo español se está produciendo una huelga de unos trabajadores que sufren la rapiña de las grandes empresas que cotizan en bolsa a costa de su salario y derechos laborales bien orquestados desde el poder político.  El desenlace del conflicto puede ser un ejemplo para otros trabajadores en situaciones similares y por eso la huelga madrileña tiene un claro componente pedagógico.

Si los trabajadores salen triunfantes los sindicatos reciben un espaldarazo a su actuación y Madrid se convierte en escaparate, en modelo de actuación para presentes y futuros conflictos laborales que pueblan nuestra Piel de Toro: los sindicatos sirven de algo y la movilización también.

Sin embargo, si la huelga se traduce en un fracaso para los trabajadores la fórmula se invierte y podría ser la puntilla para el movimiento sindical español.  Margaret Thatcher ya lo hizo con los mineros y estibadores.  Desde entonces el laborismo no levantó cabeza y los trabajadores se vieron condenados al ostracismo de la vida política británica.  La Dama de Hierro fue un ejemplo a seguir.

Obviamente Ana Botella no es Thatcher (no es necesario parafrasear a Marx y su Napoleón III) pero los motivos son los mismos.  Hay un conflicto de clases y la batalla está servida.

La huelga de Madrid es el paradigma de un modelo económico liberal que ha estado asolando España en los últimos lustros, la privatización de los servicios públicos a costa de los trabajadores.

Esta política de privatizaciones ha sido la piedra angular de los políticos del PP y del PSOE en los últimos años  y los efectos de esa privatización se han consolidado desde hace años.  Tanto PSOE como PP han aplicado las mismas tesis, las mismas políticas con consecuencias devastadoras.  Se ha convertido en un discurso mayoritario ya que las voces contrarias no han tenido repercusión y espacio en los medios de comunicación.

Hoy se ven los resultados: trabajar por menos de 600 euros.  Y no crean que sólo pasa en el Ayuntamiento madrileño o que es un problema que afecta tan sólo a aquella Comunidad, llega a todas partes.  Recuerden que no hace tantos días el mismo problema afloró en Huesca con los mismos protagonistas: Ana Alós privatiza el servicio de limpieza viaria y consolida salarios de miseria, más propios del continente africano que de este lado del Estrecho.

Es un conflicto ideológico, sí, pero que responde a una lucha de clases.  Y está claro quien representa a cada cual en esta lucha: por una parte el PPSOE defendiendo a los ricos y a las empresas del IBEX 35, por otra los sindicatos que tienen que terminar de romper con las oscuras cadenas que les unen con unas siglas que no representan lo que parece para poder volver a recuperar su credibilidad.

1 comentario:

METAL dijo...

Estoy de acuerdo en lo pedagógico y en la repercusión que pueda tener esta huelga. Y en la necesidad de ruptura con el Poder de los sindicatos mayoritarios. Existe un detalle diferenciador con otros conflictos laborales y son las consecuencias malolientes de esta huelga.
Otros sectores no tienen ese poder de presión de acumular la basura en la calle.
Se hace necesaria respuestas suprasectoriales y demostrar solidaridad de clase.
Aun así es un principio.