Se puede engañar a todos poco tiempo, se puede engañar a algunos todo el tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo.

Abraham Lincoln

martes, 15 de abril de 2014

Pequeñas victorias

Estos días de pasión nos están dejando un tremendo temporal de fondo con motivo del realojo de la Corrala Utopía, noticia que los medios de comunicación españoles (con alguna excepción) han dado con una visión parcial y sesgada de la realidad, una posición seguidista al 100% de la postura del PSOE sin que se haya podido escuchar la otra versión, por ejemplo que eso no era una adjudicación sino un realojo (dos palabras con significado semántico y jurídico diferentes) y que además, desde origen, era un realojo temporal.

La apuesta ha sido muy seria, seguramente porque el poder ha temblado cuando ha visto que desde un gobierno (en ese caso el andalúz) se daba una respuesta inmediata a un problema generado por el sistema, algo convertible en ejemplo, sobre todo en vísperas de unas elecciones.  ¿Miedo del poder?  Seguramente.  ¿A qué?  A un cambio profundo en último término, pero en primer lugar a un posible vuelco electoral que deje en evidencia al PPSOE.

Pero un cambio profundo de la sociedad no se consigue exclusivamente con un giro electoral de 180 grados, es necesaria una fuerte movilización popular y un respaldo de aquellos engranajes del poder con cierta sensibilidad democrática y social.  Uno de esos es la justicia en sus niveles básicos.

El caso de la privatización del agua en Alcázar de San Juan y la victora vecinal tras la sentencia judicial que anula la misma, es un escaparte, un modelo a seguir, un ejemplo sobre las bondades de la movilización.

También la Justicia ilustra el camino, como el  juez Ruz ante la miserable ley de la Justicia Universal (menudo eufemismo) del PP, que se suma a otros compañeros de la Audiencia Nacional.  ¿El ajusticiamiento de Garzón, en vez de amilanarles les ha envalentonado?  No sabemos, pero lo parece.

Son pequeñas victorias que se vivien en el campo social, pasos necesarios para que el miedo cambie de bando y así, los capataces de los Botines y demás, se lo piensen dos veces antes de volver a amedrentar al pueblo llano.  (Cierto que para eso están los indultos, pero cada indulto se convierte en insulto y todavía cabrea más al respetable.)

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