Críticas y alabanzas es lo que ha recibido Esperanza Aguirre después de su traumática experiencia en Bombay. Alabanzas por parte de los aduladores mediáticos de la derecha española, cuanto más racia más necia. Críticas por parte de los afines al PSOE, en particular SER, que ha cargado contra la Presidenta madrileña.
No seré yo quien hable de sus andanzas en Bombay. La amenaza de ser acribillada a balazos por parte de unos asesinos no es chanza para ser corrida en clave de humor. Esperanza Aguirre es política, y como política hay que abordar el tema. Su huída, del hotel, de la ciudad y del país no cabe calificarla ni de cobarde ni de heróica. Insisto en que es política y para eso se le vota y eso se le exige. Héroe fue el cocinero italiano que entró en el Hotel para rescatar a su hija. Pero huir de un tiroteo no es síntoma de cobardía. Quien puede pensar (e incluso decir eso), ¿qué no dirá del Sr. Elboj que compra una barra de pan con un par de guardaespaldas en la tienda de enfrente de su casa?. El miedo es libre (aunque en el caso del sr. Elboj hay algo más, que algún día comentaremos) Pero insisto, ruín y miserable es hacer leña de una actitud humana: escapar del peligro y de la muerte (y eso que Esperanza Aguirre, Espe, parece que le va eso de cantar que es novia de la muerte, pero del dicho al hecho hay un trecho)
Ahora bien, la respuesta política a su desgraciado y condenable incidente sí que es objeto de análisis.
Volver a España y en una pose bien medida, con vestido y calcetines, lo primero es dar una rueda de prensa para que la Presidenta explique sus andanzas por entre los cadáveres, descalza y todo, entre charcos de sangre y que no realice ninguna valoración política sí es propio del análisis.
Y allí sí que es lícito mostrar la opinión. (Por ejemplo su idolatrado Aznar no hizo ese paripé cuando ETA fue directamente a por él).
Muchas críticas merece esa puesta en escena, ese acto político que realiza nada más volver a España, y muchos comentarios se han generado. Allí va el mío. No me sorprende. Es propio de Aguirre. Es una populista en la más vieja tradición de Lerroux, sin mensaje pero con mucho fondo carca. Para ella una suerte que le pasase lo que le ha pasado. Así se las ponían a Fernando VII.
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