Volvemos con la banca y el Gobierno. Vamos a ver, si yo, Gobierno, tengo un plan para que llegue financiación a las PYMES, destino miles de millones de euros al mismo, hago una campaña publicitaria durante más de un mes, me reúno con la banca para que apoye dicho plan y... y el resultado reconocido por el Gobierno es que el dinero no llega es que el plan no ha funcionado, ¿no?
Buscarán la culpa en la Banca, en los banqueros o en lo que sea, que ya será, o no, pero la realidad es que el plan del Gobierno no funciona. ¿A qué insistir?
Pero va y el bueno de Rajoy, como crítica al Gobierno, dice que ¡ZP debe presionar más a la banca para que el plan funcione! Irónico. Si es que los dos son iguales. Uno dice que la banca privada tiene una función social y el otro también. Uno dice que hay que presionar a la banca y el otro también. Uno dice (y hace) que hay que dar miles de millones de nuestro dinero (impuestos) a la banca y el otro también.
Y claro, la banca no es Cáritas. La banca es la banca, y no se casa con nadie. El dinero no conoce amigos ni tiene patria ni fronteras. Lo ha sido siempre y ahora no iba a ser distinto.
Sin embargo los dogmas inamovibles de los neoliberales están instalados en las cabezas pensantes de PP y PSOE y no pueden plantearse otra opción. Todos sabemos que el plan es un fracaso, que la banca no tiene intención de ayudar a nadie, pero los neoliberales del PP y del PSOE no ven otra salida.
¿Para cuando una banca pública que permita hacer política a los gobiernos? Imaginen si Argentaria no se hubiese privatizado por parte de PP y PSOE. Ahora los miles de millones del ICO llegarían a donde tienen que llegar. Es más, la banca privada tendría que competir con la pública o perder clientes.
Pero eso es tabú. El Estado no puede intervenir en la economía. Lo público debe estar fuera, debe privatizarse. Estos lodos son las consecuencias de aquellos polvos de Solchaga, Rato y Solbes.
Debemos estar tranquilos. Dentro de unos meses se comenzará este debate y se culminará con éxito. No porque el PSOE lo quiera o lo desee, no, que no abdica de sus principios neoliberales, es porque no quedará otro remedio.
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