Alarma. Pánico. Miedo. Ola de robos y denuncias. Inseguridad ciudadana creciente. Objeto de tertulias radiofónicas y televisivas; de noticias en prensa escrita e incluso de opinión. ¿Hablamos de Madrid, Sevilla, Barcelona...? No, hablamos de Huesca. Todo comenzó hace unas semanas con el asalto a mano armada de un banco en Huesca. A partir de allí todo se disparó: bares, pisos, coches, casetas del campo, almacenes agrícolas...
Y todas las sospechas apuntaron desde el principio a los mismos: los inmigrantes. Y si eran rumanos más papeletas.
Poco a poco la actuación policial ha puesto las cosas en su sitio. La estadística no se ha disparado. Los ladrones no son rumanos, en concreto los del banco de Zaragoza y el de los bares, de Huesca, sí, sí, no voy a decir que de Huesca de toda la vida (esos son otros) pero casi.
La noticia de su dentención, el acotar la delincuencia no es espectáculo. No vende. No genera carnaza a una muchedumbre asustada ante la crisis que quiere buscar un culpable cercano, real, de carne y hueso al que echar la culpa.
¿Generaremos xenofobia y racismo? ¿Nos llevaremos las manos a la cabeza cuando sea tarde? ¿Qué papel juegan los medios de comunicación para crear pánico entre la gente?
El tiempo que un exnovio mata a una niña en Sevilla, otra niña desaparece en otra localidad española. Portadas de telediarios, minutos y minutos de opinión en tertulias, informaciones de lo más variadas... y hasta programas especiales. Nadie dice (o casi nadie) que la niña se había escapado de casa y que cuando vió el lío que se había formado le dió miedo volver. Lo que queda en el subconsciente es que raptan y matan niñas, y a montones.
La realidad es otra. El autosecuestro de novio de Falete no es original. Que yo sepa, al menos, ya lo inventó otra niña que llegaba tarde a casa. Pasó lo mismo. Cientos de minutos televisivos a la carnaza y escasos segudos al desmentido.
Repasemos los blogs de Huesca y las entradas relativas a los robos. Leamos las opiniones. Contrastemos las mismas con la realidad, con los datos de la policía.
¿No debemos hacer todo el mundo una reflexión?
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