Se puede engañar a todos poco tiempo, se puede engañar a algunos todo el tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo.

Abraham Lincoln

lunes, 11 de mayo de 2009

El derby

Lo cierto es que no soy muy aficinado al fútbol. Alguna vez veo algún partido, pero sin excesivas alaracas. Es más, el del pasado sábado, el del Huesca-Zaragoza, lo vi a ratos. Bueno, no voy a hablar del partido sino de lo que pasó en las gradas (que me he enterado a través de los comentarios en el bar, durante y el café, y lo que se ha escrito en la prensa local)

Hijoputa, hijo de perra, cabrón, escupitajos, insultos racistas a un jugador negro... parece ser que fue la norma. Naturalmente todos ellos hacia el Zaragoza y sus jugadores.

Yo pensé que eso de animar a un equipo era darle ánimos, cantar a favor suyo y en todo caso silbar cuando avanzaba el otro equipo.

Yo pensé que lo de los insultos podían llegar en momentos muy determinados y contra un jugador (que se ha tirado a la piscina para que piten un penalti inexistente) o al árbitro si se equivoca de forma estrepitosa.

Yo pensé que esos momentos, de bronca y miseria, eran puntuales y además no participados por todo el mundo, que era cosa de cuatro energúmenos pero que el resto de la afición no seguía a los cafres hasta el final.

Estaba equivocado. Los borregos de Huesca parece que son muchos. Y además muy borregos. Seguramente son los mismos borregos que hace años seguían con el mismo afán a la Marcha Verde y son los mismos borregos que mañana, cuando los cafres decidan alguna otra "lindeza", se ampararán en la masa y encabezarán la revuelta contra ellos mismos.

¡Cuánto tonto hay en mi pueblo!

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