Decía ayer que poca esperanza tenía en que la Junta de Portavoces aclarase algo de lo que pasa en la Policía Local de Huesca y sobre todo que se informase a la ciudadanía.
Radio Huesca confirma hoy mis sospechas de ayer. En la noticia que publica en su página web aclara:
"La oposición se ha dado por satisfecha tras la Junta, en la que a lo largo de dos horas y media se han dado todo tipo de detalles de lo sucedido"
Nuevamente el alcalde Elboj ha hecho gala de su saber hacer como torero ante una manada de mansos que no resisten ni diez minutos en una plaza de tercera. Los ha convencido a todos. A todos hasta el punto de estar conformes con los pasos que se están dando desde el Equipo de Gobierno.
Chicuelinas, media verónica, un natural y entrar a matar. Todo eso sin picadores. No hace falta castigar al animal. No hace falta que sangre. Son innecesarias las banderillas. Los toros son mansos.
Dicen que el problema está dentro de la normalidad. El equipo de gobierno aclara (según informa la Nueva España): "la discrepancia entre jefes y subordinados forma parte de la cultura organizativa de cualquier organización, más aún en un caso como éste en el que se trata de un cuerpo jerarquizado"
¿Y se lo creen nuestros mansos? Es verdad, en todos los cuerpos armados de la piel de toro lo que pasa en Huesca es norma habitual. Los subordinados denuncian a los jefes y piden que les abran expedientes. Estamos habituados a que los soldados pidan que se incoen expedientes a los coroneles o que los números de la Guardia Civil estén de baja como medida de protesta contra sus jefes. Es habitual. Como es habitual que estos desajustes los ventilen los mandos en ruedas de prensa. ¿Captan mi ironía?
Huesca no tiene remedio. Ninguno. En las próximas elecciones Elboj merece repetir como Alcalde. Es el mejor preparado.
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