Amnistía

No es la primera amnistía fiscal de la democracia española sino la tercera.  Y no es la cuarta por muy poquito.  Las dos anteriores fueron obra de un tal Miguel Boyer (1984) y Carlos Solchaga (1991).  Eso sin tener presente la nonata amnistía de la época del inefable ZP.

Ahora viene Rubalcaba y dice que la amnistía del PP es inmoral y no sé cuantas cosas más.

Es evidente que las críticas de Rubalcaba a la amnistía del PP están más que justificadas.  Es más, podemos apostillar que sale barato blanquear el dinero de la trata de blancas, del tráfico de armas o de drogas, de la corrupción o de otras lindezas semejantes.  Gracias a este tipo de políticas habrá tipos que durante una temporada no necesitarán que les toque tanto la lotería.

La amnistía es el reverso oscuro de la lucha contra el fraude fiscal.  La amnistía es el reconocimiento de la incapacidad de la administración contra la evasión de impuestos.  La amnistía fiscal es una palabra, palabrota si quieren, propia del discurso neoliberal: suena mal pero es parte de su idioma.  Otras soluciones tales como, por ejemplo, cambiar el color de los billetes de 500 euros o reforzar el papel de los técnicos de Hacienda son palabras desconocidas, al fin y al cabo la trata de blancas genera unos beneficios que suman al PIB nacional deben cotizar a las arcas públicas.

Podían incluso, ya puestos, haber hecho otro tipo de modificaciones fiscales tales como terminar con el sistema de módulos (una gran estafa) o incluso investigar determinadas profesiones liberales tales como ginecólogos, dentistas o abogados.  Pero no, es más cómodo blanquear directamente el dinero que procede del delito.

Sí, las críticas de Rubalcaba son correctas pero ¿es la persona más adecuada para decirlas?  ¿No debería antes haber hecho una rectificación pública de su pasado, un acto de contrición y un arrepentimiento de los errores del pasado?

Lo dicho, el PPSOE interpreta muy bien su papel para mantener esta farsa.