Se puede engañar a todos poco tiempo, se puede engañar a algunos todo el tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo.

Abraham Lincoln

viernes, 30 de marzo de 2012

La huelga

Más allá de la inútil guerra de cifras que se sucede tras este tipo movilizaciones de lo que queda constancia es del cabreo generalizado que está saliendo a la luz en nuestra sociedad.

Desde el blog hacemos un análisis agridulce de estas últimas semanas que han tenido como colofón los hechos del día de ayer.  Y creemos necesario hacerlo así ya que un análisis de una jornada reivindicativa fuera de su contexto temporal conduce inevitablemente al error.  Tras las últimas elecciones generales en las que la derecha social votó a piñón a su partido representativo confiando en el discurso conservador de la confianza y la gestión (ya sabemos que para ellos la democracia se reduce a ser buenos gestores) y en las que la izquierda social tuvo una escasa participación comenzaron a caerse algunos mitos.  Es más, esos mitos se les cayeron a los votantes del PP.  Andalucía o Asturias son claros ejemplo de lo que hablamos: la derecha nominal esta vez no arrasó.  Y es que el PP, aunque cuente con el apoyo de la Conferencia Episcopal española no debe tener un respaldo directo de Dios y no ha producido todavía ningún milagro.  Por ello las políticas que han comenzado a aplicar son una continuidad acentuada de las de la última etapa de ZP: recortes y ajustes.

Recortes y ajustes, sí, porque ese escaparate de reducir gastos suntuarios, dispensas sindicales y patronales, coches de lujo, sueldos y enchufes tiene un recorrido muy corto.  En alguna ocasión ya se comentó en el blog que aún siendo cierto no eran cantidades sustanciales.

Esa dinámica se acentuará en los meses que vengan y aunque con renovados bríos la caverna mediática vuelva a la carga con esos discursos de salón la realidad les superará por todas partes.  Sí, la derecha social se encontrará huérfana ante unos discursos superficiales que serán superados por la realidad.  ¿Puede provocar una radicalización de la misma?  Ya se verá.  De momento no parece que pueda pasar en España a no ser una escisión en el seno del PP.

Mientras tanto la izquierda social está desnortada.  La izquierda oficial se alegró del resultado de las elecciones del pasado domingo pero es una alegría menor, sin recorrido, sin fondo, una risa casi histérica.  Los grandes vencedores fueron las papeletas que no llegaron a las urnas.  Cierto que esta vez hubo un mayor corrimiento de votos del PSOE a IU pero nos atreveríamos a calificarlo de anecdótico y no de sintomático.

Y es que hay un cabreo generalizado entre las clases trabajadoras, algo que se vivió ayer en las manifestaciones, pero no hay un proyecto de futuro, no hay una propuesta política, no por parte de los partidos  al uso, no, no la hay en el imaginario colectivo.  Y sin utopía social no puede haber cambio.

Claro que la utopía que provoque un cambio debe venir de una sociedad concienciada y quizá allí  esté la clave.  Cierto que los medios de comunicación continuarán realizando su labor de adoctrinamiento de las masas pero no es menos cierto que la realidad socioeconómica hará que las gentes se den de bruces con la realidad y puede ser que los movimientos de protesta como el de ayer puedan mutar en movimientos de cambio.  En su favor, desgraciadamente, hará mucho el PP, con presupuestos muy restictivos y caña y más caña.  Puede ser que entonces la gente se de cuenta de que es lo que es y no lo que le dicen que es.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Vale, ayer la gente se echó a la calle, pero ¿eso quiere decir que no le volverán a votar?