Se puede engañar a todos poco tiempo, se puede engañar a algunos todo el tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo.

Abraham Lincoln

jueves, 2 de mayo de 2013

Crónica del 1º de Mayo en Huesca

Como siempre, los patrimonios públicos son profanados en nombre de la pureza de sangre para que sean privatizados por unas siglas.  Eso es lo que pasó ayer en Huesca.

No se podrá acusar a este blog de complacencia con los sindicatos mayoritarios y por lo tanto se puede lanzar una reflexión crítica sobre el comportamiento de los responsables sindicales oscenses.

El Primero de Mayo es propiedad de la clase obrera no de los sindicatos ni de los partidos que dicen representarla.  Es un día de celebración, de conmemoración y de reivindicación.  Debería ser un día en el que cupiesen, desde la más extrema libertad, todos los posicionamientos políticos y sindicales que representan a los trabajadores, sin exclusión, un lugar de encuentro e incluso de debate, pero sobre todo de unidad de clase.

Sin embargo lo acaecido ayer (como el pasado año) responde más a intereses electorales y de imagen de los sindicatos que a la búsqueda de un bien común para los trabajadores.  Cierto que las diferencias en la acción sindical, en ocasiones son enormes (en otras no tanto, no se piensen, más de imagen que de otra cosa) y cierto es que lo que representa un voto a CGT es muy distinto que a UGT, sobre todo para el votante.  Pero el votante no entiende la división de los sindicatos precisamente ese día, el día del trabajador.

¿En qué derivó la división?   En incomprensión entre unos y otros, en incomprensión, no entre los cuadros sindicales sino entre muchos manifestantes que no sabían a qué carta quedarse porque sencillamente no comprenden.  Sí comprenden que 364 días al año existan las diferencias pero no comprenden que uno, tan sólo uno, puedan manifestarse juntos y conmemorar juntos el aniversario.  Y no lo comprenden porque ya han vivido, meses atrás, manifestaciones conjuntas en las que los sindicatos han participado juntos sin tanta alaraca y ruido de timbales.

De todas formas el día nos dejó detalles.  Mientras en las Pajaritas se celebraba un acto de acompañamiento y solidaridad con los huelguistas de hambre:


En la plaza de Navarra se abucheaba a ínclitos dirigentes de la izquierda del PPSOE, nada menos que a Marcelino Iglesias y Víctor Morlans, tan desacostumbrados ellos a la calle que se metieron solitos en la boca del lobo.  ¿Imprudencia?  No, falta de costumbre.

No hay comentarios: