Se puede engañar a todos poco tiempo, se puede engañar a algunos todo el tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo.

Abraham Lincoln

miércoles, 7 de mayo de 2014

Dura competencia

Esto de las elecciones está cada día más interesante, y no por el resultado, ya que todo apunta (incluído el CIS) en una nueva victora del PPSOE, sino por la cantadidad de tonterías que se pueden escuchar en boca de los candidatos y de destacados líderes políticos.  La competencia es dura, sí, pero para ver quien es más idiota o quien dice la tontería más grande.  Podríamos hablar de Cañete y el desconocimiento que tiene de sus empresas, de los contratos que hace con el Estado cuando no puede hacerlo o de los olvidos que tiene en sus declaraciones de bienes.  También podríamos hablar de las medallas a la Virgen que... ah, no, que de eso ya hemos dicho alguna cosa en otra ocasión.  Incluso podríamos referirnos a la sobre actuación de las dos Sorayas (tienen que escenificar claramente que son dos caras distintas y obviar que son la misma moneda) o incluso al mismísimo Maricomplejines afirmando que en breve España crecerá más que Alemania, Italia y Francia juntas o volviendo a decir que no sabe nada de sobres ni contabilidades B en el PP ¿El PP, que es eso? vino a decir.

Sin embargo, y ante la falta de espacio, queremos centrarnos en dos joyas que merece la pena destacar. 

Por un lado el candidato de Ciudadanos, Javier Nart, al que han pillado con una cuenta en Suiza.  La explicación que da es de lo más rocambolesca: que si era de su padre, que si era notario, que si él la heredó, que si la culpa fue de ETA... sí, de ETA.  Esta es buena, ETA es una banda de criminales, de acuerdo, pero que el respetable notario padre de Javier Nart tuviera dinero en Suiza y que cuando él la heredó la siga manteniendo no puede ser, por mucho que se empeñe, culpa del grupo terrorista vasco (o movimiento de liberación nacional que gustaba decir a Ansar)

En segundo lugar ElenaValenciano, una musa inspiradora de los humoristas gráficos nacionales.  Le dejamos entonces, en forma gráfica, su peregrina declaración:




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