Luego están los que justifican moralmente la superioridad del amo sobre el esclavo. Esos merecen el fuego eterno.
Hoy se ha hecho un hueco, entre tantas cifras del paro y encuestas del CIS, una noticia que nos ha llamado poderosamente la atención: España concede por segunda vez asilo a una víctima de trata. Si ustedes tienen paciencia (y estómago) pueden pinchar el enlace y escuchar el testimonio de la esclava sexual: conmueve a cualquiera que tenga un mínimo de sensibilidad, un resto de humanidad. Pero lo grave del asunto no son los terribles sufrimientos de "Paloma", lo grave, según datos de la Policía Nacional, es que en España hay unas 12.000 esclavas sexuales que generan un negocio (beneficio) a sus dueños de 5.000.000 de euros al día en los prostíbulos repartidos a lo largo y ancho de la piel de toro. Tan sólo el pasado año la policía liberó a casi 800 mujeres sujetas a explotación sexual.

Esos machos tienen la cobertura ideológica y moral de una Iglesia preocupada por los fetos de un centímetro y medio o escandalizados por si los homosexuales se comen la polla y las lesbianas se lamen el coño, pero que justifican el modelo de sociedad patrialcal que somete a la mujer a los designios del varón bajo el argumento, estúpido en sí mismo, que el feminismo es lo contrario del machismo.
A la par que nos hemos enterado de la noticia de "Paloma", nos han contado que un cura de pueblo ha justificado la violencia doméstica "pero sin pasarse" y que un profesor de instituto enseñaba que el lugar de las mujeres no es la escuela sino la cocina, el mismo día que un asesino se ha ahorcado tras provocar la víctima 24 en lo que llevamos de año que ha dejado a 14 huérfanos.
Bajo estas premisas (otro día hablamos de la realidad laboral y salarial de las mujeres) establezcamos el debate de la legalización de la prostitución y contrastemos con el mito liberal de que las mujeres son putas porque quieren.
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