Tanto años oyendo el mismo discurso sobre la mano invisible y las leyes del mercado. Tanto años oyendo que lo que hacía falta eran buenos gestores, que la política había muerto. Tanto tiempo oyendo a los nuevos chamanes de la economía explicándonos que vivíamos en el mejor de los mundos posibles, es más, que no había otros, ni tan siquiera en la imaginación. Tantos años oyendo hablar del fin de la Historia por parte de los voceros oficiales, pesebristas todos, en la SER, en la COPE, en EL PAIS, en EL MUNDO, el ABC... con tertulianos y columnistas de verbo y pluma fácil, bien pagados por su señor, creadores de opinión... y al final resulta que sí, que era posible.
Resulta que todo aquello de Maastricht, de la estabilidad monetaria, del déficit cero, de dejar hacer a los paraísos fiscales, del capitalismo popular era mentira.
Resulta que cuando al poder económico financiero le han temblado los cimientos toda la doctrina que nos sepultado durante 30 años no servía para nada.
Acampadas y huelgas de hambre por el 0,7%, destinar recursos a educación y no a la guerra, buscar otras relaciones más iguales entre el Norte y el Sur... todo eso se respondía con el mismo sonsonete: ¿todavía no se han enterado de que el Muro de Berlín ya ha caído? No hay otra política, es imposible. Ha vencido el mercado y remar contra las leyes del mercado es generar hambre. El Estado NO debe intervenir. Eso lo vivimos en España con Felipe González (reconversión industrial, inicio de las privatizaciones, planes de pensiones, sanidad privada, flexibilización del mercado del trabajo) y con continuámos con Aznar, (finalización de las privatizaciones, más reforma laboral, inicio de la especulación inmobiliaria...) para concluir con ZP (nuestra política crea más empleo que el resto, Solbes es el continuador de las úlitmas políticas de González y mejora las de Rato)
Y ahora resulta que sí era posible. Era posible la intervención del Estado en la economía. Había dinero, y mucho más del que nos pensábamos, claro que ese dinero y esa intervención es para salvar a los ricos y poderosos. Y para salvar a los ricos se pueden olvidar las obligaciones del pacto de estabilidad europeo. Durante años privatizar servicios públicos era asegurar una máquina de hacer dinero, la libertad de mercados, aunque afectase a los salarios y a la protección social, generaba libertad. Y resulta que todo eso era mentira.
El sistema se ha desmoronado y se puede intervenir en la banca, en la economía, el estado puede tener déficit, la estabilidad monetaria ya no es el norte de nuestros principios... todo sea por salvar a los ricos. ¡Socialismo! Si, pero para las pérdidas.
De nuestros bolsillos saldrán los euros para refinanciar a Botín, a GM, a Ford, a Repsol, a, Telefónica, ¡a Sacyr-Vallehermoso!... Pero no se preocupe, que agilizaremos los trámites para que pueda cobrar pronto el paro.
Entonces, era posible otra economía, otra política, en defintiva otro mundo. Sí, y ellos lo sabían, pero han mentido. Como bellacos, como rufianes. Nos mintieron con el Tratado de la Unión Europea. Nos mintieron con la deslocalización de empresas. Nos mintieron con tantas cosas que parece mentira tanta credulidad por nuestra parte.
Pero ¿sólo mintieron los neocon? Y la socialdemocracia, ¿que hizo? Lo mismo, la izquierda oficial del sistema acompañó al liberalismo, fue la que desreguló las finanzas en la era Clinton, la que cortó las asignaciones a los parados en Alemania, como en España o Francia (para eso sirve de todas formas, para lo que la derecha no se atreve por miedo a la protesta popular, la izquierda es la perfecta cohartada). Esa izquierda oficial fue la que se medía por tener buenos gestores y poca corrupción. Esa izquierda también mintió. Como los otros. Como canallas.
¿Y la otra izquierda? Estaba debajo del Muro. Se le cayó encima y no sabía encontrar la salida. Había perdido la utopía y la voz. Estaba muerta. Tan sólo algunas voces solitarias, aisladas, sin conexión se veían por las calles. Noticia en la sección de sucesos. Jóvenes que se enfrentan a las fuerzas policiales, okupas, encierros... Nada significativo. Nada importante que no se pueda resolver con una civilizada actuación policial.
Lo más triste de todo esto es la realidad. En España más de 50 inmigrantes están en la cárcel por vender en el top manta. Craso delito contra la propiedad (intelectual). A la cárcel los malditos, los ladrones, los negros. Eso sí, a nuestros banqueros, economistas, intelectuales, ministros y demás familia, a esos hay que ayudarles. Pueden perder el yate.
3 comentarios:
Totalmente de acuerdo con tu reflexión pero... ¿intuyes alguna solución?.
Pero lo triste de todo esto es que hay algo que no piensan perder nunca, que es el cinismo y la simbergonzonería. Tratan de confundirnos. ejemplo: ¿para qué necesitamos a los bancos...?¿para que nos sigan chupando la sangre ...?
No a sus soluciones y resistir...aunque sea protegiéndonos bajo una lechuga resistir...
David, por mi experiencia sé que las soluciones mágicas no existen y que éstas vienen de una acción combinada doble. Por una parte una movilización activa de protesta y rechazo y por la otra una necesaria reflexión teórica. Desgraciadamente en España no estamos ni para lo uno ni para lo otro. La movilización, que deberían encabezar los sindicatos, no está ni se la espera. La reflexión deberá salir de internet ya que los medios de comunicación de masas tienen atada y bien atada la opinión publicada y no permiten otra.
Quizá mirando fuera de nuestras fronteras. En todo caso no hay que desesperar y habrá que comenzar a trabajar buscando soluciones conjuntas entre todo el mundo, incluyendo al total de organizaciones que se se consideren anticapitalistas.
Pepito Grilo. Es cierto, lo que no pierden es el cinismo y la simbergonzonería. Pero tendremos que desenmascararlos ¿no?
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