Se puede engañar a todos poco tiempo, se puede engañar a algunos todo el tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo.

Abraham Lincoln

lunes, 3 de diciembre de 2012

No puede ser verdad...

Y mira que está circulando por internet estos días pero desde el blog no damos crédito.  Al final vamos a tener que comprar el librito de marras y comprobarlo ya que es imposible que alguien que ha sido llamado a las más altas cotas de responsabilidad política de este país haya escrito esa cantidad enorme de memeces.

En muchas ocasiones lo que corre por internet es más falso que un duro de 6 pesetas y se deben leer las cosas con bastante espíritu crítico, pero en esta ocasión son varias las fuentes que con cierta presunción de veracidad dan por auténticas las citas.

Esa noche soñé con Dios. Era una luz, no tenía rostro, pero sí voz. Me iluminó con su haz y me dijo: ”Josemari, si te he salvado es porque te necesito vivo para que lideres a la humanidad”. Me dijo un par de cosas más, pero son personales…

Muchas veces me han preguntado cómo sé que soy especial. Es difícil de decir; digamos que siempre lo he sabido. Ya desde el colegio, sabía que ninguno de los que me rodeaban estaba a mi altura. Como delegado de mi clase, en 3º B, tomé la decisión de ocupar 3º D y librar a aquellos pobres chicos del pésimo delegado que habían elegido. No fue una decisión sencilla; tuve que mandar a varios muchachos a combatir al patio, pero, al final, obtuvimos la victoria. Ese día supe que estaba destinado a algo más grande que yo mismo.

Me atrevo a decir que George es mi mejor amigo. Compartimos una ambiciosa visión del mundo, la visión de los líderes de la humanidad. George me planteó un reto fascinante, que consistía en convencer a todo un país de que nosotros teníamos razón mientras les matábamos. Nunca antes se había intentado algo tan ambicioso, así que acepté inmediatamente. Fue una gran experiencia de la que guardo muchos buenos amigos.

Creo que un hombre debe cuidarse con independencia de su edad. A todos nos gusta sentirnos sexys, también a mí. Empecé corriendo cinco kilómetros al día; hoy corro veinte y no sudo. Claro que nunca he sudado. Mi médico dice que es un trastorno glandular, pero yo lo llamo don.

La primera vez que supe que no era un ser humano corriente, lo recuerdo bien, fue cuando ETA voló mi coche conmigo dentro. Salí de allí, envuelto en llamas, y pensé: ¿cómo es posible que haya sobrevivido? Nadie se lo explicaba. Los médicos no encontraban una respuesta, tampoco mi personal de seguridad. A todo el mundo le pareció… milagroso. Esa noche soñé con Dios. Era una luz, no tenía rostro, pero sí voz. Me iluminó con su haz y me dijo: “Jose Mari, si te he salvado es porque te necesito vivo para que lideres a la humanidad”. Me dijo un par de cosas más, pero son personales. Aquella experiencia me cambió, por supuesto. Desde entonces soy mucho más humilde.

El libro es este:


Lo dicho, no queda más remedio que comprarlo para ver si es verdad porque como sea cierto...

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