Se puede engañar a todos poco tiempo, se puede engañar a algunos todo el tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo.

Abraham Lincoln

miércoles, 29 de enero de 2014

Blas y Cristina

La noticia de la muerte de Blas Piñar ha dejado indiferente a la mayor parte de la población de menos de 40 años que ignoran quien es este señor y los motivos de su fama.  Sí, un icono de la ultraderecha española, de una ultraderecha que todavía vive y se presenta, elección tras elección, camaleónicamente tranformada.

Una ultraderecha que no duerme en laureles pasados sino que está activa, presente en nuestro tejido social y captando voluntades entre los más necesitados.  En su momento hablamos del Banco de Alimentos y sus relaciones con los neofascistas, al menos en Huesca, una imagen bondadosa, que enlaza a la perfección con su labor caritativa.

Los permanentes cambios de nombres e imagen de la ultraderecha española pretenden cuajar en una sociedad desesperada con pocas perspectivas de futuro, una ultraderecha que aspira a renovarse con discuros modernos y mensajes prehistóricos, una ultraderecha que ha encontrado su espacio en la Europa modélica de las libertades (esa Europa que presume tanto de democracia pero que es la cradora del fascismo y, hoy, de los nuevos fascismos) y que terminará, de una forma u otra, cuajando en España. 

No sabemos si será VOX el aglutinante de esta amalgama de fuerzas oscuras o será otro jalón más en el camino hacia su identidad, pero estmos seguros que valedores e impulsos no le faltarán.

Hoy precisamente la Presidenta de FMI, Cristina Lagarde, nos ha dicho que hay que seguir, por el bien de Europa y de la economía mundial, seguir con la táctica de rebaja de salarios y precarización del empleo.  Y lo ha dicho en nombre de la democracia. Democracia esa palabra que cotidianamente pervienten hasta hacerle perder su signifcado, hasta convertirla en algo odioso, en la causa de los males de los trabajadores... y ese es el pasto donde rumian los viejos falangistas.

Gracias a la defensa del neoliberalismo en nombre de la democracia, cada día que pasa la ultraderecha gana adeptos y se devalúa el sistema de valores que tantas luchas y sacrificios ha costado a la clase trabajadora europea.

Ha muerto una vieja gloria de lo más retrógrado de España, un alivio pensarán algunos, un lastre pensarán otros que buscan una constante renovación de imagen.

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