Se puede engañar a todos poco tiempo, se puede engañar a algunos todo el tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo.

Abraham Lincoln

martes, 28 de enero de 2014

Sí se puede

La paralización de la privatización de la Sanidad madrileña ha demostrado una cosa, tan sólo una: que la movilización popular sirve, que es la única herramienta que tenemos para enfrentarnos con el poder.  Ya no se trata de temas menores como lo de Gamonal o la huelga de limpieza del Ayuntameinto de Madrid, el fracaso de la privatización es un torpedo en la linea de flotación de las políticas neoliberales que se han encontrado con una fuerte oposición popular que ha usado todas las armas posibles (incluída la judicial) y ha conseguido sus objetivos.

Podemos asegurar que es la primera victoria seria que tenemos los trabajadores desde hace muchos años.  Cierto que es una victoria defensiva ante la ofensiva neoliberal, pero es la primera vez que hemos parado en las trincheras a los cafres de la derecha.

Todavía queda mucho tiempo para que la izquierda pueda iniciar una contraofensiva y recuperar el terreno perdido pero, al menos, el éxito en la batalla de la sanidad madrileña supone el primer contratiempo serio que sufren desde que asumismos sin discusión, y con la fe del converso, las políticas de Maastricht y luego el Tratado de la Unión Europea.

Cierto que la sociedad no está preparada para un cambio de actitudes, sobre todo porque mentalmente sigue viviendo en los años del pelotazo y confiando en que la crisis pase pronto y se pueda recuperar el anterior tren de vida.  Sin embargo,se está produciendo un cambio en las estructras mentales de la población azuzado por dos temas fundamentales: por un lado el empeoramiento de las condiciones de vida y laborales, con una bajada de salarios, una precarización del empleo y una disminución en las libertades individuales; por otro, la misma sociedad está adquiendo aprendizaje conforme los éxitos de sus movilizaciones sigan creciendo.

¿Tendrá una lectura política?  Es pronto para decirlo pero desde luego la sociedad se está politizando y eso traerá consecuencias.



3 comentarios:

Víctor C. dijo...

Yo creía que la privatización la había parado el TSJM. Es obvio que las movilizaciones son necesarias y ejercen presión, pero, en este caso, si el TSJM hubiera resuelto en sentido contrario a cómo lo ha hecho, eso sería lo que se haría. Lo de Gamonal es diferente, ahí sí ha sido, sin ninguna duda, la movilización ciudadana la que ha conseguido sus propósitos como consecuencia de su acción, dado que no ha mediado nadie entre los ciudadanos y el alcalde, el alcalde ha cedido a la movilización ciudadana.

Femera dijo...

Pero bueno, Víctor C. ¿tú crees en la independencia judicial? ¿te parece que sin la presión en la calle el TSJM hubiera tomado la misma decisión? ¡Por favor, marca España!

Víctor C. dijo...

Entiendo, los jueces como no son independientes hacen caso a los manifestantes y no al poder del que dependen. No quiero ni imaginar si fueran independientes, ya hubiéramos traído la república, Cataluña celebraría su referéndum, se hubieran parado los recortes, etcétera. Coño, pero ahora lo que no entiendo es cómo, a pesar de las movilizaciones del 15-M, que duraron meses, que fueron masivas, que ocuparon plazas y barrios, y que presentaron infinidad de denuncias ante la fiscalía, ante juzgados de instrucción, que presentaron una querella ante la AN contra directivos de Caja Madrid, no consiguieron condicionar a los jueces, siendo la presión del 15-M muy muy grande, pues el mundo entero se hizo eco del movimiento.

En cualquier caso, ambos nos estamos basando en creencias, tú al creer que los manifestantes han condicionado un poder judicial, que según tú mismo y contradictoriamente, no es independiente -lo cual es rocambolesco por la propia paradoja que contiene- y yo al creer que el poder judicial no hace caso a manifestantes. Mala cosa si los jueces se basaran en el criterio de los manifestantes para llevar a cabo sus resoluciones, dado que idealmente la justicia debe ser imparcial, y no decantarse por una de las partes, y menos porque ésta presione o porque amenace.

En el caso que nos ocupa, la alegría es ostensible para quienes defendemos lo público, pero los pies deberíamos tenerlos en la tierra. Creía que los mundos de yupi existían sólo en la fantasía.