Lo de Egipto y Túnez nos ha cogido a todos viéndolas venir, ha sido inesperado (en cierta manera) pero es lo que tienen las grandes movilizaciones de masas que hacen caer a un régimen, si se viesen venir los mismos regímenes que las provocan pondrían medidas para evitarlo.
Desde el mundo occidental se ve esta situación con una mezcla de ilusión y temor a partes iguales ya que el movimiento entronca con nuestros mejores valores democráticos a la vez que nos suscita un miedo atávico hacia la libertad otorgada al diferente (al fin y al cabo son musulmanes y de un tiempo a esta parte los hemos identificado con algo parecido a diablos fanáticos)
Sin embargo no todo el mundo árabe es igual. Algunas peculiaridades de Egipto y Túnez, (que pueden compartir con otros países del Magreb o del Próximo Oriente) no so extensibles al resto de países, por ejemplo a Marruecos y sería conveniente reflejarlas.
Ante todo tenemos que abordar el proceso desde un punto de vista histórico (las cosas no suceden porque sí, tienen unos motivos) a la par que coyuntural.
El movimiento de independencia del mundo árabe es bastante reciente. Su independencia se produce respecto al colonialismo de occidente, políticamente de Europa (Gran Bretaña y Francia) aunque posteriormente hay que sumar a los USA. Hay que recordar que todavía viven muchas personas que participaron en los movimientos (guerras) de independencia nacional.
Occidente no asume la pérdida de la tutela y realizará diferentes intervenciones para colocar gobiernos títeres que respondan a los intereses económicos de las antiguas potencias coloniales. En ese momento se suman los USA llevados por dos motivos fundamentales: los enormes yacimientos de petroleo que hay en la zona y el temor a la extensión del comunismo en las nuevas naciones.
Sí, los movimientos nacionalistas árabes (Naser es el más claro exponente) son movimientos laicos y con un marcado carácter social (socialista en algunos casos)
La respuesta del mundo occidental será la búsqueda de una inestabilidad en aquellas zonas que no se sometan a los dictados del binomio USA-Europa y para ello, de la mano de su principal aliado en la zona, una familia de dictadores cuyo apellido pasa a formar parte del nombre del país, Arabia SAUDÍ, potencian un movimiento político alternativo con fuertes raíces religiosas. Es decir, el islamismo tiene un claro apoyo en su origen del mundo occidental como contrapeso a miedo al comunismo.
En algunos países, desde el principio de su independencia, en sociedades de carácter tribal y poco estructuradas en clases sociales, alcanzarán el poder jeques y reyezuelos que pronto se convertirán en dictadorzuelos útiles a la geoestrategia de la Guerra Fría, Marruecos es un claro ejemplo de ello. Estas sociedades tendrán un lento proceso de desarrollo social que provocará la existencia de una muy débil clase media que depende mucho de las bondades del régimen y una sociedad con un fuerte componente rural. Las tensiones sociales se resuelven mediante la inmigración y una fuerte represión hacia los movimientos democráticos o izquierdistas.
Frente a ese modelo surgen otros donde las clases medias y el mundo urbano tienen un peso mayor lo que provoca una aspiración de las mismas a formar parte del control del Estado. Este mayor peso hace que los nuevos regímenes tengan un carácter social mucho más marcado y un cierto peso del Estado como contrapeso a la pobreza endémica provocada por el colonialismo centenario. En algunos lugares el colonialismo ha sido tan integrador como el caso Argelino donde se ha convertido en un Departamento de Francia, por eso allí la descolonización cobrará carácter de guerra civil.
En definitiva, Túnez, Argelia, Egipto... son países con una sociedad dual, con una burguesía fuerte y en ascenso, con valores democráticos de tipo occidental asentada en las ciudades y una importante población rural anclada en tradiciones y valores anteriores y cierto retraso endémico.
La evolución de la Guerra Fría conduce a que en la mayor parte de estos países se consoliden unos regímenes con apariencia democrática que dan solución a las demandas de una burguesía en ascenso, y que crean un cierto estado del bienestar capaz de llegar a las zonas rurales así como un crecimiento económico de la misma que se convierte en la excusa perfecta para que se toleren unos regímenes cada vez más dictatoriales y menos democráticos. La represión comienza a tomar fuerza, tanto en el mundo rural como sobre todo, en el mundo urbano donde tienen peso, y bastante, los partidos comunistas. Los regímenes tiene miedo a una profundización en los procesos revolucionarios-independentistas y apoyan su represión social en occidente, en algunos casos, como Iran, mediante golpes de estado apoyados por la CIA.
La población en general percibe como los regímenes (cada vez más corruptos) tiene un mayor apoyo occidental y un menor peso social pero todo se permite como consecuencia de un invitado exterior inesperado: Israel.
Lo que pasa en Palestina se convierte un discurso perfecto que aglutina a las sociedades en torno a la idea de una agresión al mundo árabe por parte de occidente, es un enemigo exterior que hace olvidar las tensiones internas y aglutina a las poblaciones en discursos nacionalistas muy válidos mientras el estado provisor siga haciendo su papel
Sin embargo en los años 80 el giro hacia el neoliberalismo, hacia la globalización, llega también al mundo árabe y ese Estado provisor poco a poco va desapareciendo: privatizaciones de servicios públicos, empeoramiento de los servicios sanitarios, educativos... hace que una gran parte de la población, se encuentre huérfana y se hunda en la pobreza, una pobreza que creían habían abandonado en los años 60. La globalización los proletariza, el hambre vuelve al campo y ya a finales de los 90 y en el primer milenio vemos las primeras revueltas de la miseria como consecuencia de la subida del pan, de la luz...
Las propuestas ideológicas laicas y de izquiedas han sido reprimidas de tal manera que en muchos lugares no existen pero en su lugar ha entrado una nueva forma de entender la sociedad: el islamismo.
El islamismo responde a: el sentimiento de agresión que sufre el mundo árabe respecto a occidente, una propuesta de sociedad basada en un pasado perdido mítico de igualdad respetando las leyes sagradas y sobre todo ocupan el espacio vacío dejado por el Estado: se ocupan de la educación gratuita, de sanidad, de los mayores, de los pobres, dan de comer y en algunos lugares hasta de la vivienda.
Y este discurso cala entre la población más necesitada.
La puntilla a esta situación la dará la crisis económica. Las clases medias (en los países donde tienen un cierto peso) que hasta el momento transigían con los regímenes corruptos se encuentran de pronto en caída libre y hacen lo que todas las clases medias cuando se encuentran en peligro: se rebelan.
Y salen a la calle. Y en la calle se encuentran con los pobres abandonados por el estado.
Es decir, se ha producido una convergencia social de intereses de clases. El momento es francamente interesante ya que occidente que ha alimentado a un monstruo tiene miedo de que el final del proceso de Túnez y sobre todo de Egipto, no sea una victoria de la burguesía urbana sino de las clases campesinas y de los proletarios que están en manos de los únicos que los han recogido: los islamistas.
Bueno, he tratado de hacer una aproximación al fenómeno que estamos viviendo estos días, muy atolondrada y de urgencia, sin incluir en la misma el papel del ejército o sin diferenciar unos países de otros, pero sobre todo sin que nos acostumbremos a este tipo de reflexiones ya que prefiero, como ya sabeis, las entradas en formato flash y mucho más provocativas.